Hace unos días me contactó por una red social un chico, del que estuve alguna vez locamente enamorada. Su "solicitud de amistad" me hizo recordar muchos lindos momentos, pero también uno muy difícil: decidir terminar nuestra relación.
Estos recuerdos hicieron que me den unas ganas inmensas de escribir esa pequeña bella historia, que a su vez me llevó a reflexionar sobre un tema que me encanta, el género. Me hizo pensar cómo a la edad de 15 años tomé una decisión, que hasta hoy la considero muy seria, sobre mi futuro, y que esa decisión comparada a muchas ideas que se tienen sobre "la mujer" no son compatibles. Esta idea de cómo deben ser las personas, hombres o mujeres, homosexuales o no, transgénero o no; me hicieron buscar en internet la sencilla frase "quién es la mujer" y lo primero que sale en el buscador es una página a la que me dan ganas de denunciar, pero en fin. Este post no es sólo para ello. En aquella puedes encontrar una frase de lo más mística, y un texto de lo más limitante para una mujer. El artículo no se cansa de repetir la capacidad de mártir, en mis palabras, que tiene la mujer, la necesidad de ser un misterio para "los hombres" y por supuesto el ya popular anhelo de maternidad, o como en esa página lo llaman: "el don de conservación de la vida"(1). Además de decir que la mujer tiene tres opciones en su vida: el matrimonio y tener hijos, la vida religiosa y/o el celibato. Esta última limitación me hará escribir otro post después, garantizado.
Mis hermosos recuerdos de ese amor adolescente tienen que ver con esa cualidad innata de mártir que nos quieren imprimir a todas las mujeres, y por la cual deberíamos ser capaces de aguantarlo todo, de tener la perseverancia suficiente con el hombre más cruel o equivocado del mundo, porque gracias a ello se puede lograr cambiarlo, transformarlo con nuestro don de bondad. No sólo es ironía lo que escribo sino frases casi textuales de lo que nos quieren vender en los medios y en nuestras familias.
Bueno para seguir criticando este postulado, trataré de narrar lo más bonito posible la historia de amor.
A los 13 años no creía que era atractiva para muchos chicos, pues los medios y algunas féminas de mi familia, me habían hecho creer que si no tenía la figura como guitarra y mis senos no eran grandes ningún chico se fijaría en mí (también escribiré un post sobre esto, quizá lo llame "Complejos de mujer estereotipada"). Bueno pues, como no lo creía posible y en ese entonces andaba con una amiga 4 años mayor que yo, creí que este chico, ese amor del pasado, se había fijado en ella, siempre hablaba solo con ella. Después de una semana de no dirigirme la palabra, se me acercó un día para acompañarme a mi casa después del colegio, aún incrédula de lo que pasaba, acepté. Me confesó que mi amiga lo había convencido de hablarme directamente, pero también le había advertido que se cuide de mi mamá que era muy sobreprotectora. Totalmente cierto. Entonces comenzó todo: visitas diarias los días de semana, cuando sólo podía darle un beso y decirle hasta mañana, visitas de fin de semana, de un máximo de 2 horas en la puerta de la casa, a lo mucho caminar para comprar el pan. Pasaron 5 meses, de conversaciones eternas, de besos larguísimos, de confesiones sobre nuestra niñez, que nos hacían llorar y nos mostraban vulnerables. Era el tipo de persona con la que podía ser transparente, vulnerable. Algo que no se me ha, ni me he, permitido mucho. Él había sufrido mucho, con padres irresponsable su futuro era incierto y vivía una fuerte violencia familiar. Los golpes que había recibido le habían dejado marcas físicas muy fuertes, por supuesto que también que del otro tipo. Por eso en ese momento vivía con su tía, quien le ayudaba económicamente para que estudie y lo mantenía alejado de la violencia de sus padres. Un día y sin decir nada, desapareció. Traté de buscarlo donde sabía que trabajaba por las tardes pero nadie me dio razón alguna. Creo que hasta el final de ese año me pasé más de una tarde-noche mirando la calle desde mi balcón esperando verlo venir, escucharlo silbar o comer galleta soda con muss mientras me saluda agitando los brazos. Leía sus cartas y escuchaba una y otra vez la canción que me había dedicado (sin burlas exageradas por favor): Mis ojos lloran por ti, de Big boy. Pero nunca volvía.
Después tuve un par de enamorados, pero nada tan profundo como él. Creo que solo era para besar, porque es algo que me encanta hacer, hasta ahora me fascina. Dos años después, un día saliendo del colegio, veo a esta amiga de aquel entonces, que no veía casi dos años también, me saluda y me dice que alguien quiere verme, y ahí estaba. Un poco más alto, pero igual de guapo para mis ojos. Mi estómago dio más de un brinco, pero con total serenidad lo saludé y conversé con ellos por unos minutos, y me excusé porque se me hacía tarde para ir a la academia. Él se ofreció a acompañarme y antes de subir al carro me entregó una carta. La que tuve mucho miedo y curiosidad de leer. Habían dibujos además, de lo más tiernos y bien hechos. Siempre creí que sería un buen dibujante. En la carta me explicaba parte de lo que había pasado, cómo su padre tomó una decisión abrupta y cómo después se enfermó por muchos meses, cómo la angustia por sus hermanos menores lo hizo decidir quedarse con sus padres nuevamente, yo me había mudado de casa y no pudo volver a encontrarme, pero que nunca había dejado de buscarme. No dudé ni creí alguna palabra, solo las contemplaba. Mientras tanto pensaba, qué habrá sido de su vida estos dos años, qué habrá decidido estudiar, tiene o no el apoyo de sus padres, será su vida algo diferente. Se supone que él debería haber terminado el colegio un año antes que yo. Volvimos a encontrarnos, él sabía ahora donde encontrarme. Conversamos muchas horas. Hubieron muchas visitas de fin de semana. Su sencillez seguía siendo la misma, su carisma, su sensibilidad, su amor por sus hermanos, su manera de protegerlos, su romanticismo. Todo menos su forma de besar, esta vez era mejor. Me encantaba besarlo. Pero, a medida que me iba enterando qué hacía y qué no, me iba formando una idea en mi cabeza: esto no puede durar. No había terminado el colegio aún, estaba metido en una "pandilla"; de la que nunca conocí muchos detalles porque era en otro distrito; su familia seguía igual de agresiva. Y él no sabía qué quería hacer con su vida. La verdad, él no tenía muchas esperanzas sobre sí mismo. Yo, por otro lado, estaba terminando mi quinto de secundaria convencida de querer ir a la universidad; todas las tardes después del colegio estudiaba hasta las 8 de la noche para aprender lo que el colegio peruano estatal no sabía enseñarme. Me convencí a mí misma que él no era lo que yo quería, y no me refiero a que si iría o no a la universidad, sino a sus decisiones. No lo amaba a él completo, amaba muchas partes suyas, pero no quería conmigo a muchísimas otras, y por eso quería terminar nuestra romántica aventura.
Entonces, una vez decidido, se lo conté a mi madre, la muy sabia, pero pendeja, me dijo: "tú, mejor que nadie, sabes lo que es mejor para ti... sabes que te va a doler, pero pasará si estás segura de la decisión que estás tomando". Le conté a unas amigas, las muy soñadoras y sinceras me dijeron: "Pero que tal si es el amor de tu vida y lo estás dejando ir... aunque seguro encontrarás otro", '"quizá puede cambiar gracias a ti... tú le puedes hacer mucho bien", "no seas tan cruel imagínate que alguien te haga a ti lo mismo", "si lo amas debes ser capaz de hacer todo para estar juntos, pero tú sabes lo que haces". Le conté a mi padrastro, él que también es muy sabio y no sabe ser pendejo, me dijo: "Danita, creo que ese chico no te parecerá suficiente para ti el próximo año, porque tú esperarás más de él, quizá él cambie pero, y tú? tú quieres cambiar por él?. Después de escucharlxs, Estaba convencida de que no quería ser una mujer que se sacrifica y persevera para cambiar al hombre que ama. Por muy dramático que suene, esos eran mis pensamientos de adolescente. Sabía también, o había llegado a la conclusión de que no lo quería tanto como para seguir con él. No por ser mala, sino porque no era la persona que yo quería para mí. Yo no cría en ese entonces, ni lo creo ahora, que unx ame locamente y pueda dejar a esa persona. Conmigo funciona distinto: cuando amo, depende de a quién ame, y seguro la amo menos o la dejé de amar cuando soy capaz de dejar de estar a su lado, y solo soy capaz de hacerlo cuando esa persona ya no es lo que quiero para mí. No lo llamo frialdad, aunque me hayan acusado de ello, pero suelo ser emocionalmente racional, y mis decisiones tienen ese matiz hasta ahora. Lo cual me ha traído grandes satisfacciones, con sus respectivas lágrimas por supuesto. Finalmente conversé con él y le dije que no quería seguir con él. Que creía que él debe resolver su vida, terminar lo que quiera empezar y pensar en lo que es mejor para él. Si algún día nos volvíamos a ver y el me gustaba nuevamente, seguro volveríamos a estar juntxs, pero ahora no era posible. Fui muy sincera, y aunque fue muy difícil, traté de no ser tan directa para que no se sintiera mal. No obstante, eran obvian mis razones y las sabía. Él me dijo que me amaba inmensamente y me entendía. Primero insistió en que lo intentáramos. Y, yo repetía (y a mí misma me lo debía decir muchas veces) no se trata solo de nosotrxs ahora, sino también de lo que queremos ser, y para mí no es suficiente besarnos y saber escucharnos, también importa lo que haces tú con tu vida y lo que hago yo con la mía. Se fue gritando en la esquina de mi casa: DANIA TE AMOOOOO!!! mientras yo lloraba desconsoladamente en las piernas de mi mamá y con la mano de mi padrastro en mi espalda.
Es verdad, dolió mucho. Pero pasó, y no me arrepiento de mi decisión. Y no por lo que es él ahora o no, que hasta ahora no sé nada, solo he vuelto a ver su foto; sino porque creo que las decisiones se deben tomar pensando en ti misma, en tus deseos, en tus metas, en tus expectaciones. No me refiero al chico con casa, buen sueldo y carro, esas son cojudeces que también quieren perpetuar el rol de la mujer como mantenida y necesaria de protección; sino a lo que sea que a ti realmente te interese. No creo que debamos estar dispuestas, ni las mujeres ni ninguna otra etiqueta, a sacrificarnos porque la sociedad lo dice, o porque se cree que somos mágicamente transformadoras de hombres, porque se nos acuña el rol educador, dejando de lado a los otros. Creo que yo no era perfecta, ni lo soy, pero lo que quiero para mí es mi propio modelo de perfección y nunca me conformaré con menos. Con ello hago alusión a la célebre frase: "Todos los hombres son iguales". Inmediatamente pienso en las entrelíneas: "entonces debes conformarte con el primer idiota que aparezca", "no seas ilusa el príncipe azul no existe". Pues yo prefiero quedarme sola a conformarme con alguien que para mí, no es lo que yo realmente quiero, que no es "personalmente" (2) como yo deseo. Claro que no creo que haya una sola idea de perfección, será relativa según la forma de ser de cada unx, lo que yo espero de alguien no es lo mismo que otrxs esperen. Pero la idea es la misma, que sea lo que tú deseas y no una pizca de ello.
(1) Sobre el don de conservación de la vida volveré a hablar en otro post, pero no quiero de dejar de hacer la pregunta, a caso los seres humanos se hacen solo con una mujer???? así sea inseminación artificial, se necesita de la estricta colaboración de un XY... y acaso ellos, y al igual que las mujeres no creo que todos, no tienen anhelo por perpetuar la humanidad trayendo nuevas personas a este fatídico mundo?
(2) "Personalmente", no me refiero presencial, sino en todo su ser como persona, su afectividad, congnitividad, conatividad, etc (taras de psicóloga)
(3) Si quieres leer página a la que hago alusión con tanto fervor solo debes colocar "quien es la mujer" en tu buscador.